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El panorama de la ciberseguridad en 2024 estuvo marcado por inversiones sin precedentes en tecnologías de protección, impulsadas por la creciente complejidad de las amenazas y normativas internacionales más exigentes.
Las cifras son alarmantes: el costo promedio de una brecha de datos superó los 4.5 millones de dólares en 2024, según un análisis del mercado global compartido por Mastercard Cyber Quant. Estas pérdidas no solo incluyen los costos de remediación técnica y multas regulatorias, sino también la disminución en la confianza del consumidor y la interrupción operativa.
Así, la evaluación de riesgos basada en datos ha tomado protagonismo para mitigar este problema. Herramientas de simulación y análisis permiten a las organizaciones priorizar sus inversiones en materia de seguridad y tomar decisiones estratégicas para prevenir ataques. Estos enfoques, combinados con tecnologías avanzadas de autenticación, son esenciales para minimizar riesgos y garantizar la continuidad del negocio.
En un entorno donde las amenazas son inevitables, las empresas priorizarán estrategias de resiliencia cibernética. Esto incluye la capacidad de anticipar, resistir, responder y recuperarse de incidentes de ciberseguridad. Las inversiones en simulaciones de ataques y en pruebas de estrés cibernético serán comunes para medir la preparación de las organizaciones frente a potenciales crisis.
La industria está adoptando esta terminología porque refleja un cambio en el pensamiento: ya no se trata solo de "prevenir ataques", sino de construir sistemas y procesos que puedan adaptarse y recuperarse rápidamente de las interrupciones. Esto no solo protege los activos digitales, sino que también fortalece la confianza de los clientes, inversionistas y socios estratégicos. En 2025, la ciberresiliencia será un diferenciador clave en la competitividad empresarial.
En 2025, la adopción del modelo Zero Trust se consolidará como el estándar para la seguridad empresarial. Este enfoque asume que ningún usuario, dispositivo o aplicación es confiable de forma predeterminada, exigiendo una verificación constante antes de permitir el acceso a los recursos. Según Forrester, el 83 % de las organizaciones líderes ya han implementado estrategias de Zero Trust, y se espera que esta cifra aumente a medida que las amenazas se vuelvan más sofisticadas.
La microsegmentación, una técnica clave en este modelo, continuará ganando popularidad. Al dividir las redes en unidades más pequeñas, las empresas pueden limitar el alcance de los ataques y minimizar el impacto de una posible brecha. Esto será especialmente relevante en sectores críticos como la salud, la banca y las infraestructuras gubernamentales.
La inteligencia artificial (IA) se convertirá en una herramienta esencial para detectar y responder a ciberataques en tiempo real. Los sistemas basados en IA no solo identificarán patrones anómalos en el tráfico de red, sino que también podrán predecir posibles vulnerabilidades antes de que sean explotadas. Estas capacidades permitirán a las empresas adelantarse a los atacantes y reducir el tiempo de respuesta a incidentes.
Además, la IA jugará un papel importante en la automatización de tareas repetitivas relacionadas con la ciberseguridad, como la gestión de parches y la supervisión de logs. Esto liberará recursos para que los equipos de TI se concentren en estrategias más complejas y en la innovación tecnológica.
El fortalecimiento de las leyes de privacidad y protección de datos será una tendencia global en 2025. Regiones como la Unión Europea, con el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), y Estados Unidos, con legislaciones estatales más estrictas, continuarán liderando el camino. Estas regulaciones obligarán a las empresas a priorizar inversiones en ciberseguridad para evitar multas y proteger su reputación.
Para cumplir con estas normativas, será fundamental implementar soluciones de autenticación seguras que garanticen la protección de los datos personales. Aquí es donde tecnologías como la de B-FY desempeñarán un papel clave.
El fraude de identidad seguirá siendo una de las principales amenazas en el ámbito digital, con ataques que comprometen tanto a individuos como a empresas. En este contexto, B-FY emerge como una solución innovadora y efectiva para proteger la identidad de los usuarios y prevenir accesos no autorizados.
La tecnología de B-FY combina factores biométricos (como huellas dactilares o reconocimiento facial) con factores contextuales, como la ubicación y el dispositivo utilizado. Este sistema de autenticación multifactorial se basa en un proceso en dos etapas: primero, el usuario verifica su identidad en su dispositivo personal, y luego, en el sistema objetivo. Esta doble capa de seguridad crea barreras efectivas contra ataques basados en credenciales robadas o suplantación de identidad.
La solución de B-FY no solo ofrece seguridad avanzada, sino que también es altamente adaptable, permitiendo a las empresas integrarla sin problemas en sus infraestructuras existentes.
Además, su enfoque en la experiencia del usuario asegura procesos de autenticación rápidos y fluidos, eliminando la fricción que podría desanimar a los clientes en sectores como el comercio electrónico, la banca digital y los servicios en línea.
El panorama de la ciberseguridad en 2025 estará definido por la proactividad, la inteligencia artificial y la adopción de tecnologías innovadoras. Soluciones como B-FY serán fundamentales para abordar desafíos críticos como el fraude de identidad, al tiempo que fortalecen la confianza del cliente y aseguran la sostenibilidad operativa.
Invertir en estas tecnologías y estrategias no solo será una medida de protección, sino también un motor de competitividad en un mercado donde la confianza y la seguridad serán diferenciadores clave.
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